lunes, 24 de setiembre de 2007

Viejo Saurio



A golpe de vista su aspecto resulta aterrador. Por lo menos a mi me hacía temblar cuando de niña me cruzaba con algún ejemplar. Creo que era una especie de tembloroso y aterrado respeto, al contemplar a ese dinosaurio en miniatura, de piel tosca y escamosa, y taladrante mirada.
Con el transcurso de los años, al observarlos con detenimiento, y verlos andar sin prisa, recibiendo baños de sol, o correteando a su pareja entre los árboles, el terror fue desapareciendo, para convertirse en simpatía. Algunas veces hasta me ha parecido verlos sonreir, y posar coquetos ante el lente, invitándome a acercarme sin temor a que me caiga un latigazo con su poderosa cola.
Hace muchos años, era frecuente encontrar a los “pacazos” -nombre que los piuranos damos a la iguana- inmóviles, entre dunas y malezas, disfrutando del eterno calor de Piura. Sin embargo, la creencia popular que le atribuye poderes curativos a su grasa, ha ido mermando las poblaciones de pacazos. También su creciente popularidad como mascotas exóticas los ha sacado de su hábitat para ubicarlos en jardines de zonas urbanas.


El origen del nombre y la clasificación exacta de esta especie no la se, pero prometo averiguarlo. Pero si alguien tiene curiosidad por encontrarse frente a frente con uno de estos viejos saurios, puede encontrarlos con facilidad jugueteando en los jardines de la Universidad de Piura, el lugar donde encontré a este bello ejemplar.


domingo, 9 de setiembre de 2007

Desde Caxa, con amor

He recorrido Caxa en varias y diversas ocasiones, con esfuerzo y entusiasmo. Me he detenido innumerables veces en sus muchos caminos, extasiada, ante una escena, un paraje, un momento, un recodo, o frente a una gigantesca panorámica que se abría ante mí, dejándome sin respiración. La he caminado con esos hermanos que -aunque no hayamos habitado el mismo vientre- la vida me regaló. He transitado por ella con ilusión, y en sus senderos aprendí a caerme, a sobreponerme al dolor, y a seguir avanzando. Hoy la he andado nuevamente, enamorada. Enamorada con los ojos bien abiertos, con pasión pero también en paz. Con ternura y locura. Con la convicción de que eso del amor es un permanente ejercicio de jardinería. Enamorada de sus días y sus noches, siempre con Luna (en sus diferentes fases).Pero sobre todo, estoy viviendo por vez primera, la inenarrable sensación de observar sus detalles desde una visión conjunta; de descubrir sus colores, sus ritmos, su velocidad, sus texturas y su armonía, de la mano del amor, y a través de una visión compartida. Estas imágenes son parte de esos primeros pasos, de esas primeras miradas que apuntan en una misma dirección, complementándose.